Tus legajos, Miguel, arribaron a Quesada. El Consistorio de Elche les ministró libelo de repudio. Ahora subsistirá sin tus haraquiris. Sin tus caligráficos desgarros. Sin tus negros sobre blancos emborronados.
Coyunturas políticas y económicas se erigieron en impedimentos. Andalucía mudó a paisaje postrero y cautivo. Luchaste en el frente de Jaén y en el de Córdoba. Queipo de Llano enarbolaba su fusil: los muros del Alcázar hispalio se tornaron tu parapeto. Joaquín Romero Murube tramitó el asunto…
Voceo: ¡Que los <<andaluces de Jaén, aceituneros altivos>>, se deleiten con tu corazón!; lo guarezcan, lo traten con despejada frente y con regalo, le dispensen vanaglorias a tutiplén. De lo contrario, Miguel, fenecerías dos veces: a toda luz injusto.
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