(...de Inquisiciones)
Cuenta Borges una
relación literaria inaudita entre E. Fitzgerald y mi queridísimo y admiradísimo Omar Khayyam. Desconocía yo el hecho. Y no es otro que el primero tradujo al
segundo a la lengua inglesa. “La veracidad de esa traducción ha sido puesta en
tela de juicio, no su [belleza]”. La disparidad radica en que en el texto
original las estrofas son independientes entre sí. En la traslación, en cambio, esas
entidades conforman un poema. Aparte de las licencias que el inglés se permitió
y que llegan a ser un mal menor por quedar enterradas bajo la beldad total de
la obra. El padre de Borges tradujo la versión de Fitzgerald: “(...)
[reemplazó] con asonantes (...) la aguda rima que rige (...) en todas las
líneas, con exclusión de la penúltima: proceder que justifica la mayor
sonoridad de nuestro lenguaje”. Quién sabe si alguien no versionó la versión de
la versión de la versión original de Omar. Seguro estoy que cada una de ellas acoge un alma
distinta y en todas late un distinto corazón. Atendiendo (por qué no) a una
unidad de fondo. O eso quiero creer.
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