(...de Inquisiciones)
Cuenta Borges que la metáfora debe ser hecha carne. Y declara: “ya no basta decir (…) que los espejos se asemejan a un agua. Tampoco (…) suponer (…) que los pájaros sedientos los beben y queda hueco el marco”. El camino a seguir será este: “(…) mostrar un individuo que se introduce en el cristal (…) y que siente el bochorno de no ser más que un simulacro que obliteran las noches y (…) las vislumbres permiten”. Antes afirma que en Buenos Aires no ha recalado una sola fábula digna de mención. No sabía, pobre, que eran las suyas las que estaban por llegar y ministrar grandeza a la Argentina. Se habría callado de haberlo sabido.
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