Cuenta Borges que en los libros de Ramón Gómez de la Serna están, individualizadas, todas las cosas del mundo. Coteja al español con el norteamericano Walt Whitman; de la Serna sale victorioso. Whitman enumera los objetos que, hacinados, conforman el Mundo. Su visión es colectiva. No abraza la individuación. Otra comparativa viene a cuento: la de Max Jacob y Renard. Ninguno le haría sombra al español; en su inventiva despunta el ingenio por encima de la condición humana. No agarran la vida huidiza (en palabras borgianas) como sí hace de la Serna. Un dato: las seiscientas páginas de La sagrada cripta de Pombo (Ramón Gómez de la Serna), según el bonaerense, no dejan lugar a la indiferencia lectora. Ni una sola. ¡Ni una! Ya es meritorio.
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