Cuenta Borges su impresión sobre una teoría metafísica sustancial e inquebrantable: la de Berkeley. Ésta refiere que solo existen las cosas en tanto son advertidas; latinizándola: esse rerum est percipi. Luego cita al filósofo: <<(…) Todo el (…) cielo y (…) la tierra (…) no tienen subsistencia allende las mentes; su ser estriba en que los noten y mientras yo no los advierta o no se hallen en mi alma o en la de algún otro espíritu creado, hay dos alternativas: o carecen de todo vivir o subsisten en la mente de algún espíritu eterno>>. El maestro elucida que Berkeley no era solo pensador sino también teólogo.
Spencer objetó la doctrina mentada. Y adujo que a resultas de la premisa principal cabría argüir que la conciencia no es sino ilimitada en su esfera. Borges recusa: <<Cuanto acontece es de orden espiritual; (…) calidad que no afecta (…) a la cantidad de sucesos (…) [del] vivir>>. Spencer no se da por vencido. Razona que siendo la conciencia ilimitada en su esfera, lo es también en el espacio. A lo que Borges contrapone que <<el espacio, según los idealista, no existe en sí: es un fenómeno mental, (…) y siendo parte de la conciencia no puede (…) decirse que ésta hállase enclavada en él>>. Pero Spencer...: La conciencia, además, es infinita en el tiempo. Por lo que Borges...: <<[La] infinitud del tiempo no abarca necesariamente una dilatadísima duración. Suponed (…) que solo existe un sujeto y que todo cuanto sucede no es sino una visión desplegándose ante su alma. El tiempo duraría lo que durara la visión, que nada nos impide imaginar como muy breve>>. Y, por fin, Spencer…: <<Faltando ajenos existires que podrían limitarla en el tiempo o en el espacio, la conciencia debe ser incondicional y absoluta. Todo en ella es autodeterminado; la continuación de un dolor, la cesación de un placer, obedecen únicamente a condiciones impuestas por la misma conciencia>>. Entonces, Borges...: <<El artificio de tal argumentación descansa en el sentido instrumental, personal, (…) mitológico, que [usted, Spencer], introduce en la palabra “conciencia", proceder que nada justifica>>. A salvo queda Berkeley. Quién mandaría al bonaerense, pregunto, meterse en tales berenjenales...
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