Cuenta Borges su gratitud a Sir Thomas Browne por la belleza de la obra que gestó y dio a la imprenta. Que en 1642 deflagró la guerra civil en Gran Bretaña: Browne prefirió lo bello a lo bélico y no guerreó. Que la muerte le asaltó el día en que celebraba su alumbramiento. Que <<latinizó>> como Diego de Saavedra Fajardo: sin desaliñar las palabras. Que fue innovador y clásico; lo primero sin asombrar y lo segundo sin “rigideces” de ningún tipo. Que su lenguaje era meridianamente claro hasta en los pasajes más líricos.
Borges transcribe un fragmento de Brown que prefigura el ninguneo a que sería sometida la literatura del bonaerense: <<¿Quién nos dirá si los mejores son conocidos, quién si no yacen olvidados, varones más notables que cuantos fueran en el censo del tiempo?>> (Urn Burial, 1658). No se me alcanza si J. L. B. intuiría lo que, a tontas y a locas, se le vendría encima con el correr del tiempo...: inevitablemente, por lo demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.