(...de Inquisiciones)
Cuenta Borges la
topografía de Buenos Aires en prosa poética. Casas y plazoletas que
trasparentan el talante de sus habitadores. Las unas pusilánimes y las otras
circunstancialmente señoriales. Y las calles sin fin cuya aspiración no es vertical
sino una horizontalidad laberíntica. Por ellas vagamundea la esperanza que no
es otra cosa que “la memoria de lo que vendrá”. Estas últimas palabras
merecerían ascender a la categoría de verso. En sus venas late un pulso
poemático. Law šá lláh alguien se atreva con ellas. No son ariscas ni tampoco muerden...
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