viernes, 26 de diciembre de 2014
172/ "Vivir es ver volver"
lunes, 22 de diciembre de 2014
171/ Un asombro
miércoles, 17 de diciembre de 2014
170/ Doble vida
jueves, 11 de diciembre de 2014
169/ Sempiterna Granada
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Montefrío (Granada). |
Ir a Granada es extasiarse con una de las joyas de Andalucía y de España. E ir a Montefrío es pisar lo que otrora fue frontera entre el reino nazarí y el cristiano. Subir a su Villa en diciembre es pelarse de frío. Y sacar una panorámica desde el campanario de ésta es mirar con ojos de adulto el mundo que uno veía, desde tierra, cuando era niño. Ir a la Sierra Nevada (después de 19 años sin visitarla) es remontarse a una época en que vivir era soñar. Y todo en diciembre (tres bajo cero) y en el corazón el suspiro de Federico (que no Boabdil) y su irrefrenable eco. He estado en la ciudad andalumora durante el puente de la Constitución. Y en lo que menos he pensado ha sido en ella: en la Constitución. Rodeado de buena gente, en un ambiente gélido y festivo, los unos de izquierdas y los otros de derechas y yo en medio. La vida es eso. Ir y venir, estar e irse, siempre con una sonrisa y derrochando buenos modales. ¿La Constitución? Yo no la voté. Sin embargo me alegro de que exista. ¿Mi gente? A esa la voté y la votaré toda la vida. Mi gente es y no es constitucionalista. Ella no entiende de política y sí de amistad. Granada, Montefrío, la Sierra Nevada en mi corazón y en mi mente de un modo particular. Y a la política que le zurzan.
viernes, 5 de diciembre de 2014
168/ Libertad bajo palabra (tomado de Octavio Paz)
miércoles, 26 de noviembre de 2014
167/ Anotaciones
martes, 18 de noviembre de 2014
166/ Un feliz hallazgo
viernes, 14 de noviembre de 2014
165/ El escritor
lunes, 10 de noviembre de 2014
164/ De la alquimia
jueves, 30 de octubre de 2014
163/ Humanoide
jueves, 23 de octubre de 2014
162/ Yo, otro (tomado de Imre Kertész)
viernes, 17 de octubre de 2014
161/ Sépalo el mundo...
jueves, 9 de octubre de 2014
160/ El código de los muertos
lunes, 22 de septiembre de 2014
159/ La joven de la perla y septiembre
martes, 16 de septiembre de 2014
158/ Nadie es uno solo
lunes, 8 de septiembre de 2014
157/ Mr. Vaina
viernes, 22 de agosto de 2014
156/ Desconcierto
jueves, 14 de agosto de 2014
155/ Del mal del bien
miércoles, 6 de agosto de 2014
154/ Recuerdo anejo a un soneto
viernes, 25 de julio de 2014
153/ Afectuosa diatriba
jueves, 17 de julio de 2014
152/ Studia humanitatis
martes, 8 de julio de 2014
151/ Querer y no poder
viernes, 4 de julio de 2014
150/ "Aprendiz de todo, maestro de nada"
viernes, 27 de junio de 2014
149/ No, no y no...
lunes, 23 de junio de 2014
148/ Mi gratitud para con J.P.O.
lunes, 16 de junio de 2014
147/ ¿La vida es sueño?...
martes, 10 de junio de 2014
146/ Dorka Cervantes o la honda sencillez
martes, 27 de mayo de 2014
145/ Lo pleni-bello existe
Acuda raudo a El contemplado quien deseé hallar hermosura textual sin ningún distingo. Acuda raudo a El contemplado quien deseé rociar alma y espíritu con chorros de fresquísimos versos. Acuda raudo a El contemplado quien deseé reflexionar mientras indefectiblemente se anega de vida. Ignore El contemplado quien busque poética superficialidad o lo que se deriva de intercambiar ambos términos: superficialidad poética. Ignore El contemplado quien anhele miopía intelectual de un poeta en sazón. Ignore El contemplado quien eche en falta imágenes elementales que poco engordan el alma de quien las lee, ve o vive.
El contemplado: la mejor obra de Pedro Salinas. Arte mayúsculo. Súmmum de belleza poética. Poesía íntegra. Esa que compagina belleza e idea a las mil maravillas. Vaya aquí un ápice de lo que digo: “De mirarte tanto y tanto,/ del horizonte a la arena,/ despacio,/ del caracol al celaje,/ brillo a brillo, pasmo a pasmo,/ te he dado nombre; los ojos/ te lo encontraron, mirándote./ Por las noches,/ soñando que te miraba,/ al abrigo de los párpados/ maduró, sin yo saberlo,/ este nombre tan redondo/ que hoy me descendió a los labios./ Y lo dicen asombrados/ de lo tarde que lo dicen./ ¡Si era fatal el llamártelo!/ ¡Si antes de la voz, ya estaba/ en el silencio tan claro!/ ¡Si tú has sido para mí,/ desde el día/ que mis ojos te estrenaron,/ el contemplado, el constante/ Contemplado!”. Inconmensurable por altura de vuelos poéticos y filosóficos. ¿Resistiré el irrefrenable impulso de airear otro ejemplo? No. Es el que sigue: “Nadie te quiere, o te busca./ ¿Caricias? Mentira.// En el aire no hay amor;/ hay mirlos que silban.// Lo azul nadie te lo da,/ gracia es indivisa,// belleza a nadie negada,/ a nadie ofrecida.// No quiere la luz, por dueña,/ ninguna pupila;// el sol nace para todos,/ y en nadie termina.// Y esa amante misteriosa,/ fugaz, entrevista,// desde los aires la sílfide,/ desde el mar la ninfa,// no es nunca amante, es la amada/ total. Es la vida”.
Es sabido que el sol, el son y el sur son fontanales de felicidad. Qué sustancial leer y releer, y volver a leer y a releer, tales metros. Sin rebozo: el mejor poemario a que me he enfrentado (pero también vuelto a enfrentar) en mi solitaria y fructífera vida de lector. Dicho, sin asombro, queda.
martes, 20 de mayo de 2014
144/ A contra-discurso
Rafael Chirbes entregó Mimoum a la imprenta el año 1988. Anagrama editó la novela. Jorge Herralde recibió el manuscrito de mano de Carmen Martín Gaite. Lo leyó y encumbró. Veinte años después lo re-encumbraría: re-editándolo. Anagrama y Chirbes sincronizaron sus relojes analógicos. Las agujas de éstos vocearon la hora anhelada: la del éxito editorial. Espíritu y faltriquera colmados. Arte y negocio, a paso de mudá, hacia el templo de Nuestra Señora de la Gran Suerte. Meteórica Carrera Oficial. La parihuela del paso, a agigantados trancos, hacia la covacha de los laureles. ¡Buena madrina la Carmen! El señor Herralde no escatimó esfuerzos en airear una generosa nómina de nombres que bien-recibieron la obra. Curiosamente (¿por falta de espacio?) solo mencionó uno que la mal-recibió: Juan Carlos Suñén. ¿He dicho que don Jorge fue (y, me parece, es) editor de Chirbes? La Martín Gaite (ay, Carmela) dejó escrito: “La mejor literatura ha sido siempre fruto de la perplejidad, un desafío a la lógica, un rechazo frente a las apariencias de lo necesario. Pero dentro de este enfoque, (…) hay (…) empeños puramente artificiosos, vacíos (…), y otros que desde el principio no suenan a hueco, sino que reflejan una lucha profunda y genuina por parte de la persona que los emprende (…), a través de la cual se pone en juego la propia identidad amenazada de asfixia. Éste es el caso de Mimoum (…)”. ¿Ah, sí? Pues yo estoy con J. C. Suñén. Y con quienes le fueron en zaga y cuyos nombres (¿ignoraré por qué…?) silenció Jorge Herralde. Y le alabo la contramano o el contra-discurso a Suñén. He leído y sufrido Mimoum. Ni mucho ni poco me ha deleitado. Ciertamente la he encontrado vacía. Fea. Sin enjundia. Sé que es ópera prima. Y qué… Sé que fue finalista del VI Premio Herralde (¡¿Herralde, de don Jorge Herralde?!) de Novela. Y qué… La peor novela que he leído junto a… Pero como soy de natural masoquista, y no me arredro ante nada ni ante nadie, seguiré leyendo a Chirbes. La mancha de una mora con otra mora se quita. Eso dicen. Otra vez la literatura contemporánea me deja perplejo. ¿Será porque es la mejor?… No comments.
martes, 13 de mayo de 2014
143/ "Movidos por hilos"
Estoy que no quepo en mí. ¿El motivo? Alguien (no soy yo. ¡Bendita minoría!) rehusa acogerse al sacrosanto derecho a la auto-promoción. ¿Que de quién se trata? Pues… ¡Rataplán! ¡Rataplán! ¡Chinchín!: de Coradino Vega (Huelva, 1976). En El Correo de Andalucía declaró éste lo siguiente: “El escritor que se auto-promociona no va conmigo, ya sea por mi temperamento, o por mi timidez. Prefiero estar al margen, no me siento cómodo en ese ambiente. No quiero resultar engreído, pero por no tener, no tengo ni cuenta en las redes sociales. Y los aduladores del mundillo literario me dan un bochorno terrible”. Yo exclamo: ¡Eureka! ¡Por fin un afín! ¡El que vale, vale, y el que no…! Ojo: lo que yo censuro no es decidir uno promocionarse de la mejor manera que sepa o pueda. No, no. Lo que desapruebo es el discurso ilegítimo empleado en tan legítima empresa. Sí: juzgo contrario a ética y a estética publicitar la obra propia. Impídanse palabras y fotografías y demás recursos conducentes al narcisismo del pobrecito novelista (o poeta). Yo solo canto mi canción a quien conmigo va… Léase: el tímido, el que camina en punta de pies y bajo la axila aduce un cartapacio rebosante de sudor y sangre, el noble de corazón y de muñeca…
Señoras y señores: yo voy con el individualista recalcitrante. Sí, sí: aquel que no requiere a nadie para dejar de ser lo que efectivamente no es: un exhibicionista fanfarrón y jactancioso. O aquel que nace y evita no `espicharla´ como un ermitaño. O aquel que lanza al mar del mercado editorial la obra embotellada y se despreocupa de cuantas mareas y rémoras puedan sobrevenirle (a la botella de marras, con todos sus legajos dentro) en tan difícil travesía. No me seducen quienes brincan y se convierten en marionetas quita-pelusas de los editores para “estar ahí” y, de consuno, hacerse ver: ¿Escritores pos-modernos los llaman? ¿Urbanitas? ¡Bah!, allá ellos. Si tal es su gusto…
lunes, 5 de mayo de 2014
142/ José Moreno Villa II
José: mi gratitud.
jueves, 1 de mayo de 2014
141/ José Moreno Villa
martes, 29 de abril de 2014
140/ De aquellos polvos...
Juzgo Historia universal de la infamia obra menor de Borges. Un compendio de nueve narraciones exiguas pertenecientes a la primera época del bonaerense. O un garbeo por el estilo barroco sin demasiada enjundia literaria que resaltar. El propio autor, refiriéndose al libro de marras, lo enuncia en el prólogo a la edición de 1954: “Patíbulos y piratas lo pueblan y la palabra infamia aturde en el título, pero bajo los tumultos no hay nada”. Me pregunto: ¿Por qué acometer su lectura entonces? La respuesta válida es: porque constituye un ejemplo de cómo Borges logra extraer belleza universal de la particular maldad humana; o cómo del odio deriva la heroicidad; de la heroicidad, el terror; del terror, la perspicacia; de la perspicacia, la aventura; de la aventura, la sangre que se derrama y hiede; de la sangre que se derrama y hiede, el renombre; del renombre, otra vez, el odio; del odio, la religiosidad (pero no al contrario); de la religiosidad, la superstición (pero no al revés); de la superstición, la imaginación (pero nunca a la inversa). Justicia es afirmar que la imaginación tergiversadora de lo real informa toda la obra. La provee de sustancia. La aúpa al pedestal de la grandiosa (más gran Diosa) literatura. La ennoblece, en suma. Solo por eso habría que enfrentar su lectura. Y porque (dicho en sentido positivo) de aquellos polvos vienen estos lodos: toda la ulterior producción literaria de JLB, la cual no es trivial, ni tampoco fútil.
viernes, 18 de abril de 2014
139/ Adiós, maestro...
Ayer, 17 de abril, murió Gabo. Abril-Gabriel. Abril-Javier. Tal día como ese, del setenta y ocho, nací yo. Treinta y seis años después (misma jornada y misma cuota anual) expira él. ¡Huérfano he quedado de maestros vivos! Me corrijo: sólo F. aún colea y da la matraca con sus libros y sus artículos a contra-Discurso de Valores Dominantes. Los otros tres (Gabo, como digo, es uno y el principal) ya se fundieron con el oxígeno y el dióxido de carbono del aire de la atmósfera terráquea. No consignaré aquí el nombre (sí su inicial, acabo de transcribirla, F.) de aquel que todavía inspira y espira éstos gases, sobre todo, abdominalmente y en ocho tiempos; es decir: a la manera budista. Quien últimamente haya siquiera ojeado esta bitácora sabrá, sin dubitación, a quién me estoy refiriendo. Hoy, ahora y aquí, no tiene cabida su baqueteado nombre. Hoy es el de Gabriel García Márquez el que, mal que me pese, copa este (por una vez y que no sirva de precedente) luctuoso espacio. Maestro: jamás de los jamases he sido tan feliz como leyendo cualquiera de tus célebres obras. Abro paréntesis. ¿Recuerdas, Alberto, lo que tertuliábamos acerca de Gabo y sus Cien años…? Cualquier tascucio (por decirlo a la manera de mi cuarto y coleante y viajante y apremiante y contradictorio maestro) era bueno para ese menester. Horas y horas de cafés bien conversados (así lo expresaría el de Aracataca). Se fue, Alberto, ay. Y ay, Ana, se esfumó la esperanza de tratarlo <<en vivo>>… ¿Recuerdas cuando te propuse ir a Barcelona, aprovechando que recaló allí, para estrecharle la mano y agradecerle tantas y tantas páginas de inigualable (por magistral) y altísima literatura? Cierro paréntesis. ¡Corta muerte y larga reencarnación (siempre que ésta devenga felicísima) al mejor novelista de todos los tiempos! Sí, he dicho: de todos los tiempos. Así lo creo. Así lo veo y lo suelto. Así lo aireo. Ahora en tu honor, maestro, escucharé el Réquiem de Mozart y entre corchea y corchea me sumergiré en la lectura con miras a olvidar parcialmente tu fatal e intempestivo (siempre es intempestiva la muerte de un maestro) deceso. Yo te leeré de nuevo y contigo conversaré de tú a usted y en clave de indisoluble hermandad literaria. ¿Puedo pedirte que saludes de mi parte, si tienes ocasión, a Aureliano Buendía y a Úrsula y a Amaranta y al coronel a quien nadie escribía y a…? Por cierto: ¿Recibió éste, a la postre, su misiva? Y Florentino Ariza, y Fermina Daza, ¿están ahí contigo? Ah. Que no han querido acompañarte en el viaje definitivo… Que todavía tenían una misión que cumplir en la tierra: la misma desde el día en que los concebiste y trajiste a la luz de la Realidad Mágica (así, con mayúsculas) y no siempre doliente. Vale. Yo seguiré en la brecha, maestro, sempiternamente encontrándome con ellos y leyéndote. Cómo si no… Me despido, ya, así: hasta siempre (hasta cientos de taumatúrgicas y gozosas páginas). Que el ángel de los narradores (si lo hay) te acoja entre sus vaporosos (digo yo que lo serán…) brazos. Y que la bienaventuranza sea contigo, maestro. <<Amén>>.
jueves, 17 de abril de 2014
138/ Memoria lírica y confesa
Durante años guardé lo que JRJ no sólo no guardó sino que aireó en su Tercera Antología Poética para uso y disfrute de sus lectores. O de quienes tuviesen el feliz albur de recalar en la costa de aquellas páginas de la recopilación de poemas a que acabo de aludir sin constituirse, por ello, sino en "hojeadores" de paso de la misma.
Se trata de dos (¡y qué dos!) poemillas. Oberón habla, en el primero de ellos, a Titania; dice así: <<Mar en calma, la noche plateada/ se ofrece inmensa a mi amargura;/ ruta total de puro azul/ para ultraocasos solos de ventura última.// ¡Si a ti yo llegara,/ nadando en esta despejada luna!>>. El subrayado es mío: azul por ser azul mi desdicha… (que entienda quien pueda). En el segundo es la voz de Oberón, quejumbrosa y vagabunda, la única que se oye. Enuncia ésta lo que sigue: <<No te he tenido más en mí,/ que el río tiene al árbol de la orilla;/ yo, pasando, me estaba siempre en tu alma;/ tú, estando en mi alma siempre, nunca te venías…/ Bastaba un cielo vago, un pobre viento,/ para que desaparecieras de mi vida>>.
Sendas composiciones, que yo leí y releí en la Tercera…, hoy las leo y releo en Idilios. Fueron las que más me deleitaron de aquélla; son las que más me placen de éste. Las ojeaba y cursaba con mis ojos como si de dos bellas flores silvestres se tratase, tanto olor lírico expelían…, y tanto dictaban el color de mi propio sentimiento suscitado por Ella siempre… A nadie los leí; jamás los recité a nadie. Por circunstancias, no quise compartirlos. JRJ los cantó con mi corazón sin sordina cuando fueron concebidos por él y puestos, luego, en negro sobre sepia. Nunca se lo dije a LPR (Ella entonces) y nunca los olvidé del todo. <<¡Si a ti yo llegara, nadando en esta despejada luna!>> (JR dixit).
No sé él (JRJ); pero yo llegué a LPR. Algo acaeció en la Asturias costera. ¿Fue, quizá, en Cudillero? Un plenilunio septembrino y una cabina de teléfono; la voz de Ella, el <<mar en calma>> y <<la noche plateada>>; amargura por no tenerla allí, conmigo... Los dos versos más elocuentes de lo que por aquel tiempo borbotaba en mi interior en forma de pensamientos y sentimientos, son estos (de JRJ): <<(…) Yo, pasando, me estaba siempre en tu alma;/ tú, estando en mi alma siempre, nunca te venías…>>.
Ella se esfumó de mi vida y a mí aquello me rentó la malandanza de tener que ver las hojas de los árboles del amor esparcidas, por un pobre viento, sobre mi alma pobre…
¡Delírium trémens!
martes, 15 de abril de 2014
137/ Nostalgia
Entre lectura y lectura de Sentado alegre en la popa (volando voy…), volando vengo a Idilios y en el camino yo me entretengo y aventuro mi plumaje y mis alas por La luz en la pintura (Carroggio, S.A. de Ediciones. Barcelona, 1998) cuyas luminiscentes páginas guardan cuantiosas obras maestras del arte del pincel. Entro entonces en un estado mental transitorio en que me desborda la sensualidad de imágenes y palabras cuasi confundidas entre sí. Pondré un ejemplo… Leo un verso juanramoniano, tipo: <<Te quedaste indefensa con mi jesto (así, con jota)>>, y al rato ya Dragó me está instruyendo motu proprio sobre la India. Más explícitamente: sobre los usos y costumbres de la India. Pero ahí no queda la cosa y el caso. De seguido, cansados mis ojitos por el barroquismo dragoniano que pone en un brete al lector nada dado a buscar en el diccionario el significado de términos ignotos para él, se topan éstos (mis ojitos) con Ia Orana Maria (de Paul Gauguin) expuesto en el <<Metropolitan Museum>> de Nueva York. E inmediatamente, no sin antes descifrar (y asimilar junto a la que le sigue y le precede) esta estrofa de JRJ: <<Mudó la tarde de color las cosas/ y todo fue distinto./ Ya no correspondía/ tu pelo a tu vestido, /tu última carne no cubierta/ a tu primer –ya en otra luz–,/ a tu primer suspiro>>, escruto Virgen de las rocas (de Leonardo da Vinci) colgado en un muro de la Nacional Gallery de Londres en la cual tuve la suerte o el acierto (era mi intención ir allá) de poder estar junto a Alejandra Quintanal Fernández-Escandón el año 2007. Tal día como ese ambos quedamos embelesados frente por frente a Los girasoles (de Vincent Van Gogh). Transcurrieron cinco o diez minutos imborrables para mí y, supongo, para ella. Me pregunto si no se habrá olvidado… ¡Ya ha llovido! También palabra e imagen se mixturaron en aquella ocasión: nuestros comentarios hechos a tan extraordinaria pintura salieron de dos bocas extasiadas que pretendían teorizar sobre la belleza que atesoran unos simples girasoles colocados en el interior de un jarrón común. Cosas del arte pictórico. Y de la nostalgia… Ay.
viernes, 11 de abril de 2014
136/ Melancolía
Hoy he tenido la dicha de poder entablar un breve diálogo con Federico García Lorca y con Luis Cernuda Bidón. Ha acontecido el coloquio en el patio de mi casa (que no es particular). Un limonero enano rezumaba vaharadas de azahar allí y luego, ya instalado yo en mi cuarto de trabajo, oí una voz que dijo… Se sabrá al final (o no). Ahora voy a transcribir de memorieta lo que, más o menos, nos dijimos unos a otros con la excepción del poeta granadí que no hizo partícipe de su canción sino a quien con él iba: una tal Alma. Empezaré por el principio.
Abajo, en el patio…
García Lorca a esa tal Alma: <<¡Alma,/ ponte color naranja!/ ¡Alma,/ ponte color de amor!>>. ¿Y qué más?… Yo a García Lorca: En la mañana azul de rubicundo aire extrafino quise, Federiquillo, ser yo y no lo logré. ¿Y qué más?… Luis Cernuda a mí y sólo a mí: <<Como el mismo extranjero,/ como el viento huyo lejos./ Y sin embargo vine como luz>>. ¿Y qué más?… Yo a Luis Cernuda: Si algún día, Luis, pudiese este poetilla de 2º nivel escribir algo siquiera parecido a eso. ¿Y qué más?, ¿y qué más?...
Diré que los tres (Lorca, Cernuda y un servidor) marchamos de donde tan aquietadamente estábamos hacia ninguna parte. Yo, con Canciones y con Un río, un amor bajo la sobaquera. Ellos, chorreando belleza propia. O, tanto monta: versos y más versos sobre el borde cristalino del cuenco de la poesía, envolviendo éste, rebosándolo y traspasándolo y anegándolo de ritmos.
Arriba, en el cuarto…
Una voz lastimera a nemo (a nadie): "Y nos fuimos (los tres) de allí. Y nos vinimos (los tres) aquí". ¿Y qué más?… Otra voz apagada y triste a... ¿quién, qué? Lo previsible. Ay. Pues eso. Y, ahora, a otro menester.